martes, 5 de febrero de 2019

DE CAPRILES A RATZINGER

De Capriles a Ratzinger

Yo, si no se presenta Capriles a las próximas elecciones venezolanas; no juego. Henrique Capriles está como un tren de alta velocidad y lo veo perfecto por los cuatro costados. ¿Una comunista diciendo ésto? Sí, pero es que no me refiero a su forma de hacer política, porque como a mí no me gobierna, que juzguen los venezolanos, sino a que ver a ese hombre con ese porte, esa cara, ese cuerpazo y esa clase no es comparable con que el que salga en las noticias día tras día sea Nicolás Maduro, clónico del Profesor Jirafales.

Y es que Nicolás Maduro no tiene carisma. Chávez podía ser un histriónico, carente de diplomacia, lo que queráis; pero poseía una personalidad arrolladora en absoluto comparable con la de su vicepresidente. Yo a Nico Maduro lo veo paradísimo, sin gracia ni simpatía. De estos que no conectan, vamos, que no empatizo con él. A mí me gustaban las guerras dialécticas de las elecciones Capriles-Chávez, revestidas de emoción, de argumentos interesantes, con gracia.

Chávez versus Capriles

Mentiría si dijera que no me agradaba Chávez, porque me caía muy bien. "Genocida, eres un genocida. Eres un alcóholico, Mister Danger". ¡Momento imparable para el recuerdo! Claro que, por supuesto, el que debe decidir por quien quiere ser gobernado es su pueblo y el próximo 14 de abril serán las elecciones venezolanas.


Por cierto, me asaltan grandes dudas sobre si un presidente en funciones se puede postular como presidente de la República. Se entiende, hasta donde yo sé, que Maduro debe renunciar al cargo para presentarse a las próximas elecciones. Que no lo haga es otra cosa, pero debería ser lo apropiado.

Nicolás Maduro
Me parece que este tío se está pasando de revoluciones. Por ejemplo, tema embalsamar a Chávez. Si nos remontamos al año 2009, el fenecido presidente venezolano expresó acerca de esta práctica mortuoria que le parecía macabra e inmoral. Ahí queda claro que no expresó su voluntad -dudo mucho que alguien lo hiciera- de pedir que se preserve la putrefacción de su cadáver, para ser expuesto -por si fuera poco- en un museo junto a Simón Bolívar. Esto da que pensar que más de uno quiere utilizar su memoria para crear un mito al que manejar para futuros intereses. Desde el momento en el que se irrespeta la voluntad del muerto, las cosas se tuercen.


Hace pocos años, conocí el caso de una persona que expresó que cuando falleciera no quería ser expuesta ni enterrada. El día que se murió, nadie hizo ni puñetero caso a su voluntad, la expusieron que no hubo hijo de madre que no viera ese cadáver y por si fuera poco de incinerarla nada. ¿Qué derecho tenemos de no cumplir los deseos de un difunto?

Mi propia madre era una férrea enemiga de la incineración. Cuando falleció mi padre, no hubo forma humana de convencerla para proceder a cremarlo. Mi padre había dicho que a él le daba lo mismo que se le incinerara ó no, que éso como viéramos, pero que quería donar todo lo que de él se pudiera aprovechar -que no fue nada por el cáncer- y después ser enterrado en su pueblo. Así que, en contra de mi voluntad, para no discutir con Mamá en tan duro momento lo dejé pasar y mi padre fue enterrado.

Por mi profesión he participado en exhumaciones; la última este verano. Cuando le conté a mi progenitora lo agradable que es abrir una tumba y que te vean en modo esqueleto con el pijama, la bata, los calcetines -eso se agradece porque los pies tienen muchos huesecillos que sino para recogerlos es un rollo repollo-, las zapatillas y hasta la pulsera del hospital; se quedó muda, como si Ferny y Perfidita le hubieran comido la lengua. Pero yo proseguí, confiándole que el cuerpo se queda en los huesos, pero los gusanos y cochinillas no se largan. Como mucho, si los restos -nombre que se le da a un cadáver cuando pasan cinco años y deja de serlo- llevan muchos años enterrados, te encontrarás con el mismo panorama, pero con las cochinillas y demás tan muertos como el exhumado. Que sacudir eso de unos pantalones mientras los quitas para meter los huesos en una funda funeraria -hay pueblos donde el enterrador es menos fino y prefiere una bolsa de basura ó, directamente, un saco de piensos Nanta- es lo menos bonito del mundo.

"No, a mí que no me desentierren", dicen algunos. Ya, y si estás enterrado en un nicho familiar y se te muere un pariente, ¿cómo hacen? Porque todos los enterrados, cuando pasan X años, son exhumados por una cosa ó por otra, no conozco yo ningún cementerio en el que sigan las personas dentro por los siglos de los siglos ni suele haber muchas tumbas de antes de la mitad del siglo pasado, salvo que te llames Rey Pelayo.

Así que a mí no me van a tocar la moral. Ningún cachondo se va a probar mis huesos de risas ni va a coger mi calavera para hablar con ella a lo Hamlet, porque voy a dejar bien atado que me incineren y se deshagan de mis cenizas en algún sitio donde yo haya sido feliz.

Hamlet
Volviendo a Mamá, el otro día se quedó con gesto reflexivo y manifestó su deseo de ser quemada -si es que narrar una exhumación nunca falla-, pero con la nota de que primero le saquen el marcapasos. Realmente, cuando te implantan un marcapasos te advierten que el día que fallezcas te lo deberán sacar, sobre todo si te incineran -explota-. Mamá dice que para ella es un cachondeo estar muerta con el cacharro dale que te pego dentro, por lo que nos ha prohibido que la enviemos al más allá con su nuevo amigo. Por mí, me haría la longuis y se lo dejaría, pero visto que no le hace gracia tendré que transigir.

Benedicto huyendo de los cuervos
Puestos a desvariar, el otro día mi madre sintió cierto cariño por Ratzinger. Se enteró por casualidad de que el Papa Emérito también llevaba marcapasos y de pronto se proclamó súper identificada. Mientras lo veía partir, con su chófer inundado en lágrimas ante tan triste despedida, sentenció: "Mira que me caía mal. A mí este Papa me parecía un nazi, pero ahora me da pena porque lo veo viejo. Además, resultó ser el mejor. ¿No ves que se ha tenido que ir porque esos cuervos le hicieron la vida imposible?".

No hay comentarios:

Publicar un comentario