martes, 5 de febrero de 2019

LA PANDILLA BASURA

La Pandilla Basura


En los primeros años de mi infancia, se pusieron en curso los cromos de unos niños-monstruitos que atendían al nombre de "La Pandilla Basura". Corta edad teníamos Virginia y yo cuando, en el colegio, cogimos prestado el término para introducir en él a nuestra interminable lista de adversarios. Dos niñas de amplia imaginación durante tantas horas al día en un colegio son una bomba de relojería y ese fue nuestro caso.

Obras de teatro, canciones, bailes... cualquier cosa servía para caricaturizar a todo aquel con el que discutíamos, le teníamos manía ó, simplemente, nos tocaba la moral su presencia.

Nuestra creatividad llegó a su momento álgido en 5º de EGB, a la tierna edad de 10 años. Un día, toda la clase se empezó a quejar a la tutora de sus respectivos motes acuñados por nosotras y la profe debió de terminar con dolor de cabeza. Nosotras ni nos inmutábamos, al contrario, las quejas nos daban la risa. Una niña se equivocó y en vez de decir que la llamábamos "Lindo Gatito", dijo "Gatito Lindo", y Virginia y yo estallamos en carcajadas delante de la tutora. Lo único que nos llevó a protestar fue cuando un niño enemigo que solía darnos patadas y a quien odiábamos profundamente, tuvo a bien unirse a las protestas con una mentira. ¡Éso sí que no! "¡Mira niño, si te quieres quejar, al menos dí algo que sea verdad!". Recuerdo cuanto detestaba a aquel mocoso. En 2º de EGB la profe nos puso de deberes enviarnos una carta en Navidad y a mí me tocó enviársela a él. Me acuerdo de que lo puse a parir y encima ni se la envié por correo, sino que se la di el día después de Reyes en mano. El niño se ofendió muchísimo y se la llevó a la profe, quien lo miró y no dijo nada. Supongo que en el fondo se reía de todo lo que escribí.

Jabalón era el mote de este caballero. Vino a nuestra clase unos cuantos años. Virginia le cantó en una ocasión una canción dedicada a su persona titulada "Jabalí Jabalón" y como resultado, terminó con las piernas negras. Conste que fue él quien abrió la caja de Pandora, porque era un niño bastante desagradable y decidió tocarles los pies a las niñas equivocadas, consiguiendo que le estuviéramos tocando las narices hasta que lo cambiaron de clase en no recuerdo qué curso. No por causa nuestra, conste.

Fulanito y Manganito nos llevaban unos tres años. Siempre nos los encontrábamos en el patio y se dedicaban a perseguirnos. Los bautizamos así y ellos a nosotras como "las Excavadoras". Nos insultábamos bastante con ellos e incluso les compusimos un par de canciones:

Canción 1
Fulanito y Manganito fueron a por flores
y los payasos de ellos volvieron con bañadores
Fulanito y Manganito fueron por morcillas
y ellos como ******** se trajeron mantequilla.
No son inodoros ni son relojes
tampoco son larvas llenas de embriones
¿pues entonces quienes son?
¡Fulanito y Manganito, cómo no!

Canción 2

Corre corre Fulanito
que te sigue Manganito
porque detrás de vosotros
os persigue Aitorcito
que os pregunta si habéis visto
a su querida Raponchi
porque hoy al mediodía
nos casamos a las 12.

Nunca van a ser la canción del verano, pero compuestas en 3º de EGB yo creo que tienen su mérito. Hace muchos años que les perdimos la pista a Fulanito y Menganito. Ni siquiera me acuerdo bien de sus nombres. Fulanito creo que era Daniel y Menganito estoy en dudas de si se llamaba Javier. Una vez hicimos las paces con ellos, pero duramos dos días como amigos.

Atty de la Burra venía a nuestra clase. Cuando en 3º de EGB nos dividieron en grupos en clase, le tocó con nosotras y con otra niña. Ahí fue cuando nos empezó a llamar "Bobinas", insulto que nos solía gritar con un deje bastante peculiar, provocando nuestras risas. También nos decía mucho en clase "Estoy cansado de tí, de la otra, de la otra y de la otra". En el aula teníamos un periquito y nuestro grupo era el encargado de cuidarlo. Después de las clases de por las tardes, nuestra misión era limpiarle la jaula y cambiarle la comida y el agua. Un día, estando solos en clase el Atty y yo aseando al pájaro, se me escapó por accidente. Así que al día siguiente, cuando el profe entró en clase y vio al ave volando despreocupadamente por el aula, le dije: "¡Fue el Atty de la Burra! Claro, no se fija y el pájaro se le escapa". "¡Mentira Bobinaaaaa, si fuiste túuuu", repuso el Atty, mientras el profe iba saltando de mesa en mesa, tratando de coger al periquito y soltando amargas quejas. Perdimos 10 minutos de Matemáticas, por lo que todos los niños me dieron las gracias. En 5º de EGB, al pobre Atty lo atropelló un coche por ir sin mirar por la calle. Casi se muere y hasta mi madre llamó a la suya para darle apoyo moral. A finales de curso, apareció el Atty con su padre de visita en clase. Iba completamente escayolando, incluso la cabeza, y todos los niños arremetieron contra Virginia y contra mí, como si pilotáramos nosotras el coche que lo lisió, al vernos hacerle la pelota al Atty delante de su progenitor. El Atty tuvo que repetir curso y a los pocos años dejó el colegio y nunca más lo vimos. Pese a que tratamos de buscarlo y le preguntamos a mucha gente por él, jamás dimos con su paradero.

Jirafo Patilargo había estudiado en nuestro colegio y en él hacía las prácticas de sus estudios de Magisterio de Primaria. Le tocó la clase de Cry, quien lo adoraba, y siempre iba en el mismo bus que Virginia. No sé cómo la tomamos con él, pero siempre le cantábamos: "¿Quién va ahí que pasa de largo? ¡Oh, es Jirafo, Jirafo patilargo!". Con gran elegancia, nunca hizo el menor caso a nuestros cánticos. A lo mejor es porque ni se pispó jamás de que se referían a él.

Aún ignoramos el papel del Chaval de Gafas en el colegio. Si no lo sé yo, que me pasaba allí el periplo guardería-cole-comedor-patio-cole-extraescolares, dudo que lo sepa alguien. Era un espontáneo, y ya. Quizá trabajara en alguna de las cafeterías del cole, ó en el comedor, ó incluso podía estar haciendo prácticas de Magisterio en Preescolar, pero no lo puedo asegurar porque no tengo ni la más remota idea. Siempre estaba por el medio y punto. En uno de los altercados con nuestra señora de la limpieza enemiga, cuando la llamamos en medio de una disputa apareció él por la ventana de la cocina de los niños pequeños y se llevó un buen baño de barro fresco en toda la cara que le hizo las veces de mascarilla mientras corríamos como si no hubiera mañana.

Y hablando de nuestra señora de la limpieza enemiga -en el colegio había muchas-, en 7º de EGB protagonizamos una movida que fue el tema de conversación del colegio entero. No me extrañaría incluso que a día de hoy algún profesor les cuente a sus actuales alumnos la que se lió en mayo de 1996. Esto era una señora que limpiaba en el colegio. Iba tan arreglada que parecía que su misión era impartir un seminario de maquillaje y buen vestir, pero no, por aquel entonces limpiaba la cocina de los niños pequeños. Nosotras subíamos del patio de autobuses por una cuesta a la que daba dicha ventana y, cuando descubrimos que ella la adecentaba, como había sido tan borde en tiempos pasados, empezamos a picarla. El primer día le lanzamos al suelo de la cocina una bolsa de gusanitos Grefusitos mojada en barro. Los días posteriores, la llamábamos a voces y le lanzábamos algo, a menudo barro, justo antes de salir corriendo. Pero ella -omitiré su nombre, porque es muy astuta y no vaya a ser que me eche la bronca por la calle por rememorar este episodio- fue más espabilada que nosotras. Un día se escondió. La llamamos y nada. Le lanzamos barro en la cocina y nada. Allí no contestaba nadie. Así que como aún era temprano para entrar en clase, nos sentamos al lado de la puerta del patio de los niños pequeños, a dos metros de la cocina de marras. Cuando nos descuidamos, la puerta se abrió y la señora de la limpieza, que había estado escondida todo el tiempo, se personificó ante nosotros. Señalando a una niña que por ese tiempo era amiga nuestra -luego pasó a presidir la Pandilla Basura- y que no había hecho nada, le dijo: "¡Tú, que tienes cara de zorra, al director, por ofenderme!". Y vaya que si fue a dirección... En la primera hora de la tarde, teníamos clase de Matemáticas y ya llevábamos un buen rato pensando que no podrían dar con nosotras, cuando la puerta se abrió. ¡Eran el director y la señora de la limpieza! La niña a la que la limpiadora había llamado zorra se puso en pie, mientras que la señora de cabellos y labios rojos decía: "Sí, sí", haciéndonos caso omiso a las verdaderas autoras de la guerra fría. Esta moza pensaba salir, decir que ella no había sido, y zanjar el plan, pero los chivatillos de mi clase empezaron a gritar: "¡Eva! ¡Virginia! ¡Vosotras también!" y el profesor de Matemáticas nos mandó salir al pasillo. ¡Malditos delatores! Eso sí, en dirección también nos chivamos entonces nosotras de un niño con falsa apariencia de santurrón que formaba parte del complot y se creía fuera del grupo de detenidas. Como castigo, nuestro tutor de entonces, aquel profesor que no tenía ni puta idea de docencia y que me había recomendado hacer un módulo al terminar 8º, creándome un gran complejo de inferioridad, nos mandó dos recreos al patio rojo. El director nos quiso castigar un viernes delante de dirección, pero como le dijimos que ya íbamos dos recreos al patio rojo, nos dijo que no hacía falta. En el patio rojo teníamos que copiar el libro de inglés, cosa que no hicimos, mientras criticábamos a toda la clase en los morros del profesor sin idea de docencia, que se hartó tanto de nosotras que nos dijo que no hacía falta que volviéramos y que por favor nos largáramos a jugar. Todos los profesores nos hicieron un vacío enorme el mes que quedaba de clase, lo cual a mí no me importó en absoluto. A Virginia le dijo el profe de EF: "Yo no hablo con niñas que insultan a limpiadoras" y luego, en el autobús, el propio tutor la informó de que se encontraba en la lista gris oscura. Lo mejor fue que nos castigaron también sin interclases, lo cual nos llenó de emoción al odiar el deporte, y decidimos que al año siguiente liaríamos otra por las mismas fechas para volver a librarnos de las mismas.

¡Continuará!

No hay comentarios:

Publicar un comentario