martes, 5 de febrero de 2019

ESQUELAS

Esquelas

Manda cojones...
Mamá tiene la manía de detenerse en la calle a leer las esquelas. Yo siempre me enfado y ella dice que es para hacerse una idea de la edad a la que se muere la gente. 

Mi respectivo también se las lee en el periódico, pero lo hace para picar a su abuela, haciéndole la broma  de que con la gente muriéndose a los 90, así está la Seguridad Social. Tanto es así que cuando el primer ministro japonés pidió -rectificando después- que los viejecillos se dieran prisa en morir, al padre de Ferny le dio tal ataque de risa que casi se cae al suelo.

A decir verdad, nunca leo las esquelas. Me parece tétrico y algo muy feo y no me interesan en absoluto. Salvo que se muera alguien conocido y deba buscar la suya para saber en qué sala del tanatorio está, no tengo curiosidad alguna en leer las esquelas.

Cuando era pequeña y aprendí a leer era muy curiosa. Como niña superdotada, aprendí a leer y escribir antes de los tres años de edad y a los cuatro ya leía el periódico y trataba de hacer las sopas de letras y autodefinidos. Creo que he contado alguna vez que como mis padres trabajaban me pasaba mucho tiempo en casa de mi tía paterna y así aprovechaba para hacer un poco lo que me daba la gana, paseando por su pueblo en libertad y viendo a Freddy Krueger por las tardes sin impedimentos de mis padres. En casa de mis tíos siempre se compró el periódico y yo, después de comer, me lo llevaba y lo curioseaba entero. 

Desde pequeña fui una morbosa tremenda, por lo que comenzaba el periódico por la sección de sucesos y cuando no había casos tremebundos, me sentía decepcionada. De ahí me iba para las esquelas, pero hasta que no tuve cierta edad, como además de inteligente, morbosa y curiosa era una pardilla, no dejé de tener ciertas creencias que a día de hoy me dan la risa:

-Cuando en una esquela enumeraban a los hijos ó hermanos del difunto y detrás del nombre de uno ponían (ausente), yo creía que era que tenía algún problema mental que le hacía estar en su mundo sin enterarse de nada. Me imaginaba al pariente sentado en la mesa y a bolas, como si la cosa no fuera con él, y todos los vecinos allí dando el pésame al resto de familiares.

-Cada vez que tras un nombre de pariente había una cruz (+), daba por hecho que a esa persona la habían crucificado como a Jesucristo por injusticias de la vida.

-Con lo de "ruegan una oración por su alma" me imaginaba a todo el que leía las esquelas arrodillándose por las noches a rezar un padre nuestro por cada persona cuya esquela había leído porque su familia lo pedía.

A mi corta edad ya era feminista, pues me reventaba que cuando se moría una mujer pusieran debajo "viuda de Fulano de tal" y cuando se trataba de un hombre viudo, ¡a la porra la mujer! ¡Ni se la mencionaba! Luego eso comenzó a cambiar, pero me pareció siempre una anormalidad de órdago.

Lo de "habiendo recibido los santos sacramentos y la bendición apostólica" es una mentira grandísima. Vamos a ver, si alguien se muere en un accidente, ¿cómo pones que ha fallecido habiendo recibido todo ese rollo? ¡Mentira podrida! Eso lo habrá recibido al que le dio el cura la extrema unción, pero al que no le echará el incienso ese raro con el palitroque plateado durante el funeral, que es después y no antes.

Luego en el colegio hubo una temporada en la que a Virginia y a mí nos dio por hacer esquelas de la gente que nos caía mal. Nos escribíamos cartas y en ellas incluíamos una hoja con la supuesta esquela llena de chorradas, poniendo que murió ahogado en toda la basura que tenía en casa, inventándonos familiares y finalmente añadiendo que sus familiares rogaban un brindis. 

Después cuando se me moría una mascota ponía la esquela en la nevera y a mis primos les empezó a hacer mucha gracia y en cumpleaños y reuniones familiares leían las esquelas animalísticas. Dejé de hacerlo cuando Alejandro empezó a hablar y comenzó a copiarme en todo lo que yo escribía y dibujaba, no fuera a llamar su profe diciendo que el niño dibujaba esquelas en el cole. 

Como anécdota, me acuerdo de una vez en un pueblo de Portugal que había en la calle una esquela de una chica joven y Mamá se paró a leerla, diciendo que las esquelas portuguesas eran más bonitas que las españolas.

Mi padre, cuando se moría algún profesor ó algo, siempre pedía en el bar el recorte de periódico y todavía tengo algunas guardadas como recuerdo. 

Yo mi esquela la quiero en un rosa como el de este blog, que me gusta bastante. El borde en rosa, el interior en blanco y la letra en este rosa también, que sea alegre. Y por supuesto, no quiero ninguna cruz porque salgo de la tumba y despellejo al que la ponga. Me ponéis una foto mía, así en la flor de la vida como estoy ahora, ó en la edad en la que muera si mantengo mi belleza intacta. 

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