martes, 5 de febrero de 2019

EL FIN DEL MUNDO

El fin del mundo

Hola, amiguitos y amiguitas:

Bueno, los que hayáis sobrevivido. Os escribo desde el búnker que me he estado construyendo en los últimos meses. Perdonad que no os haya invitado a entrar antes de la catástrofe, pero Ferny me dijo que cuantos más "cabones", a menos jamón tocábamos. ¡Fijáos que accedió a que entrara su propio padre a regañadientes!

Pues aquí estamos con Perfidita, Ramón, Rhada, Mamá, Cry, Juan Manuel que se coló y no deja de medirse con Ferny, la mula y el buey que se quedaron en paro y al darnos pena los acogimos, el pájaro, los ratones, Coco saltando y Rajoy, que le permitimos la entrada a cambio de que a partir de que salgamos cuando pase la debacle, yo gobernaré el mundo. A Obama creo que le cayó un cocotero que venía volando de Punta Cana en toda la cabeza y se ahogó en agua de Coco. Al menos éso le dijeron a Mariano en una llamada que recibió durante el principio de la tormenta, pero como se cortó, no sabemos mucho más.

Saldremos a la superficie cuando todo pase y nos radicaremos en algún lugar sencillito, la Moncloa está bien, pues es desde dónde gobernaré. Todo lo que se haya destruído, lo reconstruirá Mariano, aunque miedo me da; porque él lo único que cumple son años.

Nuestras provisiones bien ordenadas. Dice Ferny que ésto es comida de angoras turcos y de dioses, en éste orden.
Este es mi cuarto, rodeado de agua para que Ferny no venga a cometer maldades cuando no debe. Discretito, como me gusta a mí.
Habitaciones de Ferny y Perfidita. Como son contiguas, se pasan el día juntos para no perder la costumbre. 
La estancia de Mariano, lo más parecida que se nos ocurrió al lujo de La Moncloa. Aunque yo creo que nos pasamos acondicionándosela, quizá se sienta un poco abrumado con tantas comodidades.
Y aquí vivimos ahora, mis queridísimos. Este es nuestro nuevo hogar, donde tenemos internet, calefacción, hilo musical, tele, cine, luz, gas y una tranquilidad que nadie puede romper.

Si alguno sigue vivo y me está leyendo, por favor, que por aquí me lo comunique y me cuente cómo se encuentra y cómo le pilló el apocalipsis.

¡Me voy un rato al jacuzzi!

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